La respuesta de Trump a las marchas “No Kings”

Un presidente empapado en la tradición constitucional podría haberse sentido ofendido por las afirmaciones de que actúa como un rey.

Pero Donald Trump y su séquito respondieron con burlas a las protestas “No Kings” del fin de semana, en las que participaron millones de estadounidenses, adoptando la narrativa de una manera que explica su creciente arrogancia y la creencia de que tiene un poder sin límites.

El presidente y el vicepresidente J. D. Vance publicaron este fin de semana memes generados por IA en las redes sociales que mostraban a Trump con una corona. El que compartió Trump era una imagen manipulada en la que el presidente pilotaba un avión de combate con la inscripción “KING TRUMP”, aparentemente arrojando aguas residuales sobre los manifestantes. En la burla de Vance en Bluesky, un sitio popular entre los progresistas, destacados demócratas se arrodillaban como suplicantes en una corte real ante Trump, el gobernante divino y absoluto.

Fue una jugada política astuta. Los partidarios de MAGA pueden criticar a cualquiera que se ofenda por las publicaciones, acusándolos de no tener sentido del humor y de ser mojigatos. Las publicaciones también trivializan las afirmaciones sumamente serias de los manifestantes de que Estados Unidos está presenciando a un aspirante a autócrata. Pero también refuerzan sutilmente la tesis de que Trump es todopoderoso e inmune a la disidencia, una propuesta atractiva para los votantes que prefieren a un hombre fuerte.

La publicación de Trump no solo es infantil, sino que también revela un desprecio notable por los decenas de millones de estadounidenses a los que supuestamente lidera y por el concepto de la libertad de expresión democrática. No es el primer gran líder político en mostrar desdén por los votantes con los que no está de acuerdo. Los presidentes Barack Obama y Joe Biden, así como la candidata demócrata de 2016, Hillary Clinton, también tuvieron sus momentos. Y la percepción de que las élites progresistas despreciaban a los estadounidenses del corazón del país fue fundamental para el ascenso de Trump al poder.

Además, los demócratas parecen haber hecho poca autocrítica sobre si su impulso agresivo por implementar valores progresistas alejó a los estadounidenses más conservadores y contribuyó a su propia derrota en 2024.

Sin embargo, las provocaciones del presidente en redes sociales serían más fáciles de tomar a la ligera si no fuera por las crecientes acciones que refuerzan sus pretensiones de poder absoluto y la eliminación de los límites constitucionales diseñados para evitar que los reyes vuelvan a gobernar Estados Unidos. Está dando a entender que no hay lugar para quienes no lo apoyan y muestra que está dispuesto a obligarlos a alinearse.

Si este tipo de liderazgo está llevando al país inexorablemente hacia una fractura política y social, o hacia una caída provocada por el orgullo de Trump y su grupo, se verá en los próximos meses. El riesgo es especialmente alto en medio de un cierre del Gobierno que el presidente parece no tener intención de terminar.

Pero a medida que el comportamiento de Trump se vuelve más autoritario y la oposición crece —desde protestas en las calles hasta más universidades que se niegan a ceder ante su voluntad ideológica, y jueces que detienen temporalmente sus órdenes de enviar tropas a ciudades estadounidenses—, las tensiones y divisiones aumentan.

El presidente no muestra señales de cambiar de rumbo. Calificó las protestas masivas del sábado como una “broma” y las describió como “muy pequeñas, muy ineficaces”. Las personas que participaron estaban “locas”, dijo Trump.

“Cuando miras a esas personas, no representan a la gente de nuestro país”, dijo a los periodistas a bordo del Air Force One el domingo.

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